Buscando fortalecer y ampliar su capacidad de llegada con más productores agropecuarios de la región, la CONAF realizó una jornada de inducción en materia de prevención de incendios forestales, con funcionarios del SAG e INDAP, dos servicios claves para tal propósito.
El enfoque del encuentro realizado de manera virtual, fue la silvicultura preventiva (manejo sobre la vegetación existente en un lugar) para que no constituya un riesgo como combustible de incendios y —en una mirada más amplia—, que incluso a lo que hoy se considera desechos vegetales, pueda dársele valor agregado mediante otros usos.
La reunión en línea tuvo lugar a pocos días del primer incendio forestal del 2021. Este ocurrió en el valle de Lluta a partir de una quema ilegal, que no contaba con el aviso respectivo que se da a CONAF, que tuvo una serie de complicaciones al momento del combate dado por bomberos, en especial por el viento reinante y la dificultad de acceso al lugar.
Lino Antezana, coordinador regional de la Unidad de Prevención de Incendios Forestales, UPRIF, detalló cifras respecto de los incendios hoy en día, los que constituyen una de los problemas más importantes del cambio climático. En tanto Marla Zepeda, asistente de la unidad, entregó los pormenores respecto de las cifras regionales, las que para el año 2020 arrojan un total de 69 inscripciones en el Sistema de Asistencia de Quemas (SAQ), frente a las 130 del 2019, y los avisos de quema bajaron de 557 durante el 2019 a 284 el 2020, lo que muestra efectos de la situación de pandemia en que se vive actualmente.
Ante este escenario la CONAF aumentó sus fiscalizaciones, las que llegaron durante el año pasado a 143, las que a la vez incluyen difusión sobre los horarios establecidos para las quemas, que van de 8.00 a 14.00, así como sobre las recomendaciones para efectuarlas de manera más segura.
Silvicultura preventiva
La silvicultura preventiva incluye acciones como la limpieza de los terrenos, las que van desde un despeje intensivo de mínimo de 2 metros al borde de las casas o construcciones, hasta un margen de diez metros, para luego dejar un área defendible de 10 a 30 metros, e idealmente una zona de interfase de 30 a 60 metros hasta la zona de cultivos.
En términos de reaprovechamiento de vegetación que hoy se elimina, esta puede dar mayor estructura a los suelos, aportar humus y servir de fertilización orgánica, lo que en el caso de los valles es altamente deseable. En este sentido la jornada interservicios del Agro, permitió abordar el tema de los fondos o líneas de inversión para chipeadoras u otros apoyos tecnológicos para reutilizar rastrojos vegetales.
De ese modo agricultores y agricultoras podrían ir minimizando sus quemas y también las cifras locales en materia de incendios forestales, las que el 2020 afectaron perímetros de 78,5 hectáreas y se produjeron tanto en los valles costeros como en zonas más altas como Codpa, Putre y el valle de Camarones.