Entre los días 20 y el 24 de junio, los pueblos originarios y varias culturas ancestrales a nivel mundial honran y realizan diferentes conmemoraciones y ceremonias espirituales de renovación y purificación que dan inicio a un nuevo ciclo de vida ligado a la naturaleza.
Esto es así especialmente para el caso de los pueblos indígenas del hemisferio sur, donde el solsticio de invierno como fenómeno astronómico, marcado por la noche de mayor extensión, de acuerdo a su cosmovisión, da paso al reinado del sol que comienza a aumentar su fuerza sobre la tierra para que todo vuelva a la vida: emergen los brotes, surgen nuevas plantas, nacen animales, etc.
Este mismo evento en la cultura tradicional chilena, se relaciona con “el veranito de San Juan”, fenómeno meteorológico de días de buen tiempo que, por lo general, se da en las mismas fechas y que se asocia con el final de las noches largas y el aumento de las horas del día.
En este contexto, el director ejecutivo de la Corporación Nacional Forestal, Rodrigo Munita, al referirse a este tan especial momento, sostuvo que “en nombre de todos quienes somos parte de la CONAF, los invito a unirnos a nuestros pueblos originarios, que de norte a sur conmemoran esta fecha con ceremonias espirituales de renovación y purificación, dando inicio a un nuevo ciclo de vida ligado a la naturaleza. Celebrar el año nuevo en esta fecha es de toda lógica, porque de acuerdo a la sabiduría y cosmovisión indígena es el momento cuando la vida vuelve a recuperar sus fuerzas con el inicio de un nuevo ciclo solar sobre la tierra y comienza la germinación de nuevas plantas, los bosques empiezan el proceso de recuperar su vigor y sus colores, mientras que la fauna da a luz a nuevos integrantes. En resumen, nuevas energías y optimismo se hacen parte de nuestras vidas”.
Los pueblos indígenas, desde tiempos inmemoriales, han mantenido una conexión profunda y espiritual con la madre naturaleza y con todos los elementos que la componen, sabiduría que les ha permitido comprender y conocer los ciclos solares, lunares e hídricos para llevar una vida en equilibrio y sostenible, determinando así cuando deben preparar el terreno, realizar las siembras, ejecutar las cosechas, cortar un árbol y cuando y donde deben recargar las energías como personas, por nombrar algunos ejemplos.
Este acontecimiento anual es consagrado por el mundo indígena mediante ceremonias de pago o culto a la Madre Tierra o “Ñuke Mapu” en el caso del pueblo Mapuche y “Pachamama” para el caso de las culturas del norte del país.
El 21 de junio para nuestros pueblos no es solo un cambio de estación que da inicio al invierno o un fenómeno astronómico singular, sino que literalmente es un renacer a partir de la reflexión y la evaluación de lo obrado en el período que termina, momento en que se retoman fuerzas y en que la tierra se prepara recargándose de energías para un nuevo tiempo de fertilidad con el nuevo ciclo solar, que aumentará la cantidad de luz hasta alcanzar su máximo con el solsticio de verano, el próximo 21 de diciembre, instante en que nuevamente será necesario agradecer por los frutos que la Madre Tierra estará entregando y que permiten la vida de nuestras culturas sin importar su origen ni creencias.
La celebración de este nuevo año por parte de nuestros pueblos originarios se da en un momento en que se requiere renovar fuerzas, aumentar la sabiduría y la resiliencia para enfrentar los desafíos que como sociedad nos impone la pandemia del Covid-19. Y en este marco es que CONAF se suma a la celebración de los pueblos andinos Aymara, Quechua, Likan Antay, Diaguita y Colla, que a través del “Machaq Mara”, “Inti Raymi” o “Fiesta del Sol” reciben la llegada del nuevo ciclo, esperando los primeros rayos del sol muy temprano en la mañana, como también a los Rapanui con el “Aringa ora o koro”, culto a los antepasados y de celebración del ciclo anual de vida que se vincula a la fertilidad y la productividad. La Corporación Nacional Forestal se suma a las celebraciones del pueblo Mapuche con el “Wiñol Txipantu”, “We Tripantu” o “We Txipantu”, actos que se realizan principalmente en la madrugada con la llegada de un nuevo ciclo de vida y a nuestros pueblos de la zona austral del país, Kawésqar y Yagán, para recibir y celebrar esta fecha tan auspiciosa.
Cabe destacar que como reconocimiento a este importante evento basado en la cosmovisión de los pueblos originarios, en Chile se conmemora el 24 de junio el Día Nacional de los Pueblos Indígenas, instaurado mediante Decreto Supremo N° 158 del año 1998, que establece que los órganos de la Administración del Estado deben otorgar el realce apropiado a dicha festividad dentro de sus programas anuales de actividades.