Catalogado en 2002 como el pueblo más seco del mundo según National Geographic, Quillagua se encuentra a 280 kilómetros de Antofagasta y alrededor de 150 personas que lo habitan, se ocupan de mantenerlo vivo. A pesar de estar en medio del desierto, la localidad cuenta con un bosque nativo y plantaciones, único en la macrozona norte en el que se encuentran especies como el algarrobo blanco y tamarugos, que sobreviven gracias a su capacidad de captar agua de napas freáticas.
En ese sentido, la conservación de estos ecosistemas forestales es fundamental para el desarrollo del pueblo, por lo que CONAF lleva a cabo el programa de fiscalización que tiene como objetivo detectar potenciales intervenciones ilegales del recurso y fiscalizar áreas con presencia de cambios de cobertura de la vegetación, por deforestación, pérdida y/o degradación de bosques, formaciones xerofíticas y/o plantaciones forestales.
Lamentablemente, la última fiscalización realizada en el mes de julio, arroja una pérdida de bosque nativo en el cauce del río Loa y pérdida de plantaciones de origen antrópico, que fueron detectadas mediante el Sistema de Monitoreo de Extracción y Cosecha Forestal (LEMU).
Este método ha demostrado ser un instrumento tecnológico muy eficiente en todo sentido, por cuanto en gabinete identifica sitios con anomalía vegetal y terreno dirige la búsqueda a estos, permitiendo identificar con toda claridad las causas de la pérdida de la vegetación.
En ese sentido la Seremi de Agricultura Celia González, en una visita al bosque nativo Monte de oro junto a la CONAF y servicios del agro, comentó que “es importante la preservación de nuestro patrimonio natural y por lo mismo es importante que se desarrollen este tipo de labores de fiscalización en la zona. Esperamos impulsar proyectos que permitan su protección junto a las comunidades rurales del sector’’.
Por su parte la Directora de CONAF Antofagasta, Anita Huichaman Martin, señala que la coordinación multisectorial, las alianzas estratégicas junto a las comunidades indígenas y otras entidades, son claves para el desafío de prevenir, fiscalizar y preservar estos ecosistemas.